Si de navegar , viajar y compartir algo he aprendido es que sin dudas cada uno de nosotros tiene sus mañas. El gran secreto está en poder compatibilizar . En el barco por mas grande que sea siempre los espacios son limitados, está el ordenado y el desordenado , hay quienes después de cenar prefieren dejar los platos en el lavabo , otros no resisten y necesitan lavarlos. Abrir el cajón de los cubiertos y que donde van las cucharas salgan cuchillos y donde los cuchillos tenedores no es porque se hayan mezclado , sino porque quien los guardó ni siquiera de donde van se ha percatado. También está el cocinero y aquel que jamás vio una cocina. El iluminado que piensa que Edenor llega hasta donde estamos fondeados. Las lagartijas esas que se tiran al sol vuelta y vuelta y mejor si no sopla ni una brisa.
Las profesionales que no paran de llenar valijas , se visten para la ocasión y con total desconocimiento de todo se convierten en el mejor nauta poco entrenado.
Y los navegantes esos locos que no paran de perseguir el viento, que miran la meteo hacen cuentas de las millas un borde para acá otro para allá y cuando todas las otras razas de nautas y tripulantes preguntan ¿ cuándo llegamos? Los navegantes siempre decimos dos horitas, pero esas horas son especiales porque si el viento está en contra tienen más de 60 minutos y si todo está a favor vienen con descuento y cuando te queres acordar has llegado a destino. Y si es que navegar no tiene banquinas, sendas peatonales ni esquinas. Cualquier tormenta puede parecer el fin , y la entrada a puerto un nuevo principio. Quizá el que no navega , cree que lo que hacemos no tiene ningún sentido , que es cansador , aburrido nosotros sabemos que la vida no nos está esperando, está sucediendo y solo queremos vivirla.
Recordamos siempre ese barco que tanto quisimos , que nos dio la libertad de entrar en un mundo que no deja nunca de hacernos soñar. "Porque aprendimos que nuestro destino de viaje nunca fue un lugar, sino una nueva forma de vivir la vida."
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